La noche más triste de Bogotá se desató en el Movistar Arena, donde un concierto de Damas Gratis, liderado por Pablo Lescano, se convirtió en un escenario de caos y tragedia. Lo que prometía ser una celebración de música y alegría se tornó en un horror inimaginable cuando una pelea entre hinchas de los equipos rivales, Millonarios e Independiente Santa Fe, estalló antes de que la música comenzara. Testigos relatan que volaban sillas y objetos contundentes mientras la seguridad del lugar intentaba, en vano, controlar la situación.
El resultado de esta violencia fue devastador: una persona murió, y cinco más resultaron heridas. Aunque inicialmente se reportó que la víctima había sido apuñalada, la Alcaldía de Bogotá ha indicado que pudo haber sido atropellada en medio del tumulto. La confusión reinó entre los asistentes, quienes huyeron despavoridos mientras el espectáculo se cancelaba de inmediato.
La Alcaldía ha condenado estos actos de violencia y ha prometido una investigación exhaustiva para determinar las fallas en la seguridad del evento. Las imágenes de la agresión, incluyendo a una mujer armada con un cuchillo, han circulado en las redes sociales, intensificando la indignación pública. La pregunta que queda en el aire es clara: ¿cómo es posible que un evento musical se convierta en un campo de batalla?
Pablo Lescano, profundamente conmovido por la tragedia, compartió en sus redes sociales el dolor de los fanáticos que no pudieron disfrutar de su música. La comunidad se encuentra ahora en estado de shock, reflexionando sobre la violencia que ha infiltrado incluso los espacios de celebración.
La música, que debería unir, fue silenciada por el miedo. La tragedia de anoche nos deja con la inquietante reflexión sobre la seguridad en eventos masivos y la necesidad urgente de prevenir que tales incidentes vuelvan a ocurrir. La cultura no puede ser un campo de guerra.