Arnaldo Otegi ha lanzado una bomba política que sacude los cimientos del Gobierno de Pedro Sánchez, revelando conexiones explosivas entre el Partido Socialista y un empresario bajo investigación por corrupción. En una declaración sorprendente, el líder de Bildu ha confirmado que Anchon Alonso, implicado en el caso Coldo, fue quien lo puso en contacto con Santos Cerdán, un alto cargo del PSOE en Navarra. Este encuentro clandestino, justo al salir Otegi de prisión, marca el inicio de un vínculo crucial entre Bildu y el PSOE, en un momento en que la estabilidad del gobierno está en juego.
La situación se complica aún más con las revelaciones de que el 45% de la empresa de Alonso, Serviar, podría estar en manos de Cerdán. Este último, encarcelado recientemente, ha defendido su papel como arquitecto del gobierno de Sánchez, alegando que está siendo perseguido por su implicación en la amnistía y los pactos con Carles Puigdemont. Sin embargo, las palabras de Otegi han desmantelado su relato, conectando la corrupción empresarial con la esencia misma del sanchismo.
La confirmación de que Alonso actuó como intermediario no solo con Bildu, sino también con el PNV durante la moción de censura de 2018, pone en jaque la credibilidad del Gobierno. A medida que el PSOE intenta desvincularse de Cerdán, la trama se estrecha, revelando que sin él, Sánchez nunca habría alcanzado la presidencia. La investigación de la UCO apunta a que la llegada de Sánchez al poder estuvo marcada por la corrupción, un hecho que podría tener repercusiones devastadoras para el actual Ejecutivo.
La situación es crítica y el tiempo corre. Con cada nueva revelación, la presión sobre el Gobierno de Sánchez se intensifica. La pregunta que todos se hacen ahora es: ¿podrá sobrevivir este escándalo? La respuesta, sin duda, marcará el futuro político de España.