Los escalofriantes chats de la causa que involucra a Marcelo Corazza han sacudido a la sociedad argentina, revelando una red de abuso que se extiende desde hace más de dos décadas. La investigación, que comenzó en octubre tras la denuncia de una de las víctimas al reconocer al ex Gran Hermano en televisión, ha destapado conversaciones perturbadoras que involucran a varios individuos, entre ellos, el propio Corazza.
En los últimos días, se han hecho públicos chats que revelan la cosificación de menores en fiestas clandestinas, donde se jactan de tener acceso a niños. “No me traigan al niño rata”, se escucha en un intercambio que deja helado a quien lo escucha, mientras los involucrados discuten abiertamente sobre la edad de sus víctimas. Las conversaciones son escalofriantes: “Me meto en la aplicación y nada, hablé con uno, y esta semana es la fiesta de egresados”, dice uno de los implicados, refiriéndose a menores de edad como si fueran objetos.
Los detalles son horripilantes. Los acusados, hombres de entre 50 y 60 años, se comunican sin reparos sobre su interés en niños, haciéndose alarde de su “éxito” en atraer a menores. “Es como comer carne de ternera”, dice uno, comparando a los niños con un manjar. Este lenguaje grotesco y la falta de empatía revelan la gravedad de la situación.
Las autoridades han intervenido los teléfonos y recopilado pruebas contundentes que podrían llevar a penas de hasta 15 años de prisión. La angustia de los padres y la indignación de la sociedad crecen a medida que se descubren más detalles de esta red de pedofilia. La causa no solo involucra a Corazza, sino que también destapa un sistema que ha operado en la oscuridad durante años, dejando un rastro de víctimas inocentes.
Con cada nuevo chat que se revela, la necesidad de justicia se vuelve más urgente. La sociedad exige respuestas y acciones contundentes para proteger a los más vulnerables. Este caso no es solo un escándalo mediático; es un llamado a la acción para erradicar el abuso y proteger a nuestros niños.