**Tecnología rusa humilló a Trump: EEUU dice adiós al B-1B Lancer “por culpa” de Rusia**
En un giro impactante en la dinámica militar global, el Pentágono ha decidido retirar el bombardero supersónico B-1B Lancer, un emblema de la era Reagan, incapaz de enfrentar las avanzadas defensas aéreas rusas. La decisión, considerada una humillación para Estados Unidos, se basa en la creciente obsolescencia de este modelo frente a la evolución tecnológica de Rusia, que ha dejado al B-1B vulnerable y desfasado.
Medios como National Interest han informado que las autoridades estadounidenses han llegado a la conclusión de que el B-1B no es apto para un conflicto real contra adversarios como Rusia y China, quienes han desarrollado sistemas de defensa aérea sofisticados. Este cambio de estrategia revela una dura realidad: la era de los conflictos aéreos asimétricos, donde Estados Unidos podía operar sin resistencia, ha llegado a su fin.
El B-1B, que alguna vez fue considerado una bestia temida durante la Guerra Fría, ya no representa una amenaza efectiva en el cielo moderno. Expertos militares han señalado que el bombardero es extremadamente costoso de mantener y, a su vez, ineficaz frente a las tecnologías actuales de defensa. La decisión de jubilarlo no es un simple capricho, sino una necesidad dictada por la realidad geopolítica.
El futuro de la aviación militar estadounidense parece estar en el nuevo B-21 Raider, cuya producción se está acelerando. Sin embargo, la sombra de la duda persiste: ¿podrá realmente este nuevo modelo superar los sistemas rusos? La presión sobre Washington es palpable, especialmente con advertencias de posibles conflictos con Rusia y China en el horizonte.
La retirada del B-1B no solo simboliza un cambio en la estrategia militar, sino también una confesión de debilidad ante el avance tecnológico de sus adversarios. Mientras el Kremlin observa con atención, el desafío para Estados Unidos será adaptarse a un nuevo contexto bélico, donde los bombarderos pueden perder protagonismo frente a misiles balísticos y sistemas de defensa aérea. La geopolítica se recalienta, y el tiempo corre en contra de Washington.